sábado, 18 de marzo de 2017

Tres = soledad.

Cuando mis manos se enredan en tus cabellos, no hay nada más placentero que eso. Tus ojos se tornan de color rojo cuando suelo llenar tu boca de inolvidables besos, a veces suspiro para disipar el peso que llevo en mi pecho tratando de que salga entre el aire que desecho ¿y tu cariño que haces para calmar tu propio peso? Porque no lo sé y quisiera a veces saberlo. Suelo esconderme en tu cuello para tratar de encontrar un poco de calma mientras tus dedos dibujan en mi espalda cosas sin sentido, cuando suelo recorrer tu pecho entre besos y caricias suelo mirarte algunas veces y veo como sonríes pero aun así todo se nubla al cabo de un rato, cuando me acuerdo de todo. A veces quisiera tener la dicha de sentirme siempre bien como cuando estoy contigo en la cama mirando el techo o mirando los ojos del otro, se siente bien, se siente seguro pero el problema viene cuando tu atención no está en mi y no te lo exijo cariño, es demasiado. Mi cabeza no coopera y no eres el culpable de ello o bueno, solo algunas veces sueles ser tú el causante de algunos daños y aún me cuesta aceptar que me hayas mentido pero no hay de otra, es la realidad. No me gusta ver tu teléfono en las manos, ni cuando quieres tomarme fotos teniendo la piel desnuda, odio sentir inseguridad en medio de un beso y odio como hablas de ella. Me odio a mi algunas veces por amarte y luego me odio por pensar que no vales la pena, no sé qué quiere mi cabeza ni sé que quiero yo sacar de ella, solo sé que en estos momentos quisiera borrar de mi memoria todas estas penas.