viernes, 14 de agosto de 2015

Cuadros, café y terrones de azúcar.

Ahí estábamos los dos, agarrados de la mano. Burlándonos de cuadros cuyos precios superaban notablemente el que llevábamos en los bolsillos discutiendo cuales serian los que podríamos en la sala de nuestra casa, cuando la tuviéramos. Sin embargo, internamente sabíamos que eramos lo suficientemente tacaños como para comprar alguno en el futuro. Entonces, él regañándome entre que debería comer o tomar algo escuche esas dos únicas palabras en todo el mundo que hace que alguien se ponga de buen humor; que yo no  esperaba en ese momento. Un “te amo” simple y sencillo, que hizo que todo cambiara de repente.

Sentí como mi vientre se contrajo, como el estomago llegaba a mi garganta, sintiendo como los vellos de mis brazos y mi nuca se erizaban. Supe entonces, que lo amaba. No como antes. Si no mucho, mucho más. Si antes daba mis riñones y mi hígado por él. Hoy daba mis huesos con tal y nunca se machara.


Demonios

Mi garganta se está quemando fundiéndose en ella las palabras.
Mis ojos arden volviéndose infierno.
Nadie es consciente de lo que he pasado y paso actualmente porque las palabras ya ni pelean por salir primero.
Mi cabeza se ha vuelto tan loca y tormentosa que ya no le hago caso
Solo quisiera liberarme de los demonios que me atan.
Estoy encadenada a la desesperación de mi cuerpo, de mi mente por esconderse y soy presa del miedo que desborda mi alma.
Es extraño como quiero quedarme y a la vez irme; y sé que con solo una palabra puedo acabar este sufrimientos sin embargo, no quiero huir como lo he hecho millones de veces.
Y quiero quedarme al menos para sentir algo y no sentirme vacía.
Mi corazón se ha escondido de nuevo, en alguna parte de mí ser y lo único que llevo en el pecho ahora es rencor.
No me quieres, lo sé
La costumbre nos está ganando porque hemos imaginado tantas cosas que somos presos de los recuerdos y los sueños que alguna vez deseamos.
Nunca he sido yo
No me permito ser yo
Mi verdadero yo es malo, cruel y cínico.
Y no quiero hacerte más daño del que ya te he hecho.
Solo es una palabra grita mi cabeza una y otra vez pero mis dedos no son capaz de escribirla.
Tampoco puedo decirla
Y tampoco quiero ser yo la que acabe con esta agonía
Quiero que siga esta agonía, la que nos lleva a la locura, la desesperación y al deseo de sentirnos vivos gracias al dolor que yo misma, ejerzo.